Zidane se movía con la gracilidad de un bailarín. Cada gesto suyo era pura maestría y clase suprema, él orquestaba el juego con inspiración divina. Sus pases eran una obra de arte, como pinceladas magistrales en https://louiseelyr653460.dbblog.net/11698361/la-noche-del-cabezazo-que-cambió-la-historia-del-fútbol